1ª. Los libros analógicos están hechos para servir a los seres humanos, no para alimentar la IA.
Tienen generalmente un tamaño abarcable -excepto las obras completas de Tolstoi- de forma que se pueden leer en unas cuantas horas, días o semanas.
Gracias a su disposición en códice y a los marcapáginas siempre sabes por qué página vas. Y lo sabes de forma intuitiva tan solo con meter el dedo índice entre sus páginas.
Existen volúmenes facticios, que reúnen varias obras que se han encuadernado juntas, pero esa es la excepción, como los siameses humanos. Lo normal es que cada libro trate de un tema o contenga una obra coherente.
Los libros analógicos no están en la nube sino en tu estantería, donde puedes recuperarlos una y otra vez sin claves ni publicidad.
Pon a prueba tu amistad prestando libros. Pero si no quieres sufrir regálalos -o hazte librero como yo y véndelos-.
2ª. Los libros analógicos huelen y da gusto verlos.
No siempre huelen bien.
Los libros de los fumadores amarillean, otros adoptan el perfume del dueño. Los de cocina absorben los vapores, aceites y salsas que preparan sus dueños. Pero si no se les maltrata huelen bien, como a canela, o a vainilla. Y eso es por la degradación de la lignina que produce la llamada "bibliosmia".
El placer de leer compendia el de oler los libros y el de verlos reposando en pilas o en atriles o en estantes. Contemplarlos a veces con esa elegancia que otorga una buena cubierta ilustrada. ¡Cuántos libros mediocres han sobrevivido gracias a una bella encuadernación o a un buen olor!
3ª. Los libros analógicos te dan sorpresas.
Tienen en sus palabras historias, sentimientos e ideas. Y portan además entre sus páginas cartas de amor, estampas, flores y billetes de tren. Llevan cicatrices y marcas de esclavo: subrayados, glosas, caricaturas, ex-libris, dedicatorias. No hay dos libros iguales.
El tiempo y el uso acaba personalizando cada libro, como esos que llevan mi ex-libris favorito: "Este libro sirve a..."
4. Los libros analógicos dependen de la energía solar.
Cuando no hay luz no funcionan. Los libros de papel no necesitan cables. No requieren de contraseñas. No caducan ni se vuelven incompatibles. No hay nada más sostenible, ecológico y reciclable que un libro viejo. Muchas de sus páginas mutiladas sirvieron durante siglos para iniciar el calor de los hogares.
Los libros vienen de los árboles, que nacieron con el sol. Y podrían arrastrar la pena de los bosques talados para hacer pasta de papel. Sin embargo el balance es positivo pues los hombres llevan mucho tiempo plantando otros bosques con ese mismo fin.
5. Los libros analógicos duran más que la gente.
Nosotros vamos pasando y los libros se quedan. Si no sirven a nuestros hijos ya servirán a otros. Si no triunfaron en su momento tal vez sean libros queridos en el futuro.
Hay libros que no solo son huérfanos de autor sino que han ido perdiendo con el tiempo a todos y cada uno de sus lectores. En este momento quedan liberados y se convierten en libros nuevos, a estrenar.
Y también duran más que las bibliotecas. La historia de la formación y disgregación de las bibliotecas es un misterio impenetrable. Algo sabemos de eso los libreros de viejo, aunque lo cierto es que no acabamos de entenderlo. ¿Por qué se quiere tanto a un libro y no a otro?... misterio.