Los profanos en este ruinoso a la par que romántico negocio de las librerías de viejo se echarán las manos a la cabeza al comprobar que el índice de rotación de nuestros libros puede contemplar casos como el presente: ¡un libro que ha pasado 17 años en la estantería!. Y 17 años figurando en nuestros listados de internet. ¿Cuánto podría costar una "plaza de garage" durante ese período de tiempo?
Pues les aseguro que hay casos peores. Y eso es lo bonito y lo envidiable de esta profesión. Que no puede entrar en los esquemas del usar y tirar, que no admite prisas, que nos hace viajeros en el tiempo, traficantes de historias, cómplices de los buscadores de tesoros, enemigos de lo inmediato, lectores intemporales de libros que nunca mueren.
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