- no existen precios fijos sino que estos se adaptan a la oferta y demanda.
- no se suele trabajar con el sistema de depósito, lo que permite una flexibilidad mucho mayor a los libreros cuyos proveedores no son los editores sino particulares.
- no tiene sentido preocuparse de los derechos de autor cuando se trata de comerciar con un objeto que ya fue vendido con anterioridad y cuyo autor intelectual, en muchos casos, hace más de un siglo que abandonó este mundo.
Las librerías de viejo son... otra cosa. Descúbrelas.
Alguno pensará que claro, que somos otra cosa, igual que son otra cosa los buitres y carroñeros comparados con los grandes cazadores que se lo curran y arriesgan siempre más. La cuestión es que nosotros ofrecemos auténticos libros, libros contantes y sonantes, objetos únicos, tangibles, combustibles y comestibles. Libros usados, subrayados, sucios y manchados... pero vivos y libres. Libros supervivientes y con pedigrí. Nada que ver con esos clones plastificados, carne de trituradora, lomos imberbes que aún está por ver si sobreviven a su creador.
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